Para desarrollar este breve acercamiento a la historia de la educación de personas adultas en España hemos creído conveniente optar por un desarrollo cronológico, apuntando las normas legislativas más significativas y resaltando aquellas entidades y personalidades que destacaron en las propuestas de la educación permanente en nuestro país.
Se suele considerar al siglo XVIII como el punto de partida de una Historia que tuvo otros momentos anteriores, pero durante el Siglo de las Luces los “ilustrados” y los “amigos del país” se ocuparán en buena medida de la instrucción pública.
El primer acontecimiento significativo en nuestra historia de la educación de personas adultas la encontramos en el denominado Informe Quintana, presentado a las Cortes de Cádiz en 1813. El Informe era el paso previo a una Ley que contemplaba la educación de las mujeres. El rey Fernando VII truncó con su absolutismo todo elemento modernizador.
El 20 de junio de 1821 se aprobó el Reglamento General de Instrucción. Por primera vez aparece el término educación de adultos
La ley de 9 de septiembre de 1857 o Ley Moyano, dictaminó las lecciones de los domingos o nocturnas para los adultos
Otro proyecto frustrado, la Constitución Federal de la República española de 1873, mencionaba la obligación de mantener escuelas de niños y de adultos.
Conviene citar las experiencias educativas que se desarrollaron durante el XIX y que abarcan un amplio arco ideológico y religioso: Ateneos obreros; los Patronatos de la Juventud Obrera del padre Vicent en Valencia; el padre Manjón, que creó las clases de niños y niñas y en horario nocturno las clases para adultos; las escuelas nocturnas parroquiales para obreros...
La más famosa y reconocida obra pedagógica española, la Institución Libre de Enseñanza desarrolló múltiples actividades que incidieron en la ecuación de adultos: Asociación para la enseñanza de la Mujer; el Museo Pedagógico; la Junta para la Ampliación de Estudios; la Residencia de Estudiantes; el Instituto Escuela; la Escuela Superior de Magisterio; las Misiones Pedagógicas
Las Universidades Populares, siguiendo el modelo de Cambridge de 1873, nacieron en España con la Universidad Popular de Oviedo en 1896. Con gran rapidez esta propuesta se extendió por el resto de España. Entre los intelectuales que trabajaron en ellas cabe citar a Blasco Ibáñez, Leopoldo Alas y Antonio Machado.
En la historia de la educación de personas adultas durante el siglo XX se consideran los siguientes periodos:
El 10 de marzo de 1950 se creó la Junta Nacional contra el Analfabetismo.
En 1963 comenzó la Campaña Nacional de Alfabetización creándose 5000 escuelas especiales para adultos.
En 1964 se inició el Programa de Promoción Profesional Obrera.
En 1973 se ordenó el final de de la Campaña de Alfabetización, considerando que el país había alcanzado las cotas mínimas exigidas por los organismos internacionales. De todas formas, el Ministerio idea el programa de Educación Permanente de Adultos.
Ramón Flecha, Fernando López y Raquel Saco (1999 ) caracterizan este modelo franquista con las siguientes señas de identidad: el analfabetismo es una lacra popular; falsificación de los resultados estadísticos; paternalismo estatal; concienciación ideológica; dependencia de la enseñanza de niños; materiales ideologizantes e infantiles; subordinación de la mujer.
Entre las experiencias más interesantes que se iniciaron en este periodo debemos referirnos a: las Escuelas Campesinas; las Universidades Populares; las Escuelas Populares; la Coordinadora de Escuelas de Adultos de Catalunya; la FAEA; la FEPAM, también numerosas entidades sociales comenzaron a desarrollar sus actividades en el mundo de la educación permanente.
El desarrollo de las Autonomías ha visto cómo en muchas de ellas se han aprobado leyes de educación de personas adultas. Igualmente se ha implantado la educación secundaria para personas adultas, pruebas de acceso a ciclos formativos, a la Universidad, cursos para la mejora de empleo y la formación ocupacional, propuestas de educación no formal. Pero también se ha resentido de un modelo curricular que ha ido tendiendo cada vez más a la reproducción escolar frente a experiencias que apuestan por la innovación, basándose en principios de la educación popular, del desarrollo comunitario, de paradigmas críticos.
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